CASO HERMOSO: TRAER LO SAGRADO A LAS POLÍTICAS FEMINISTAS

“…A veces, sin darme cuenta, engordaba el poder del otro (hombre, la gran mayoría de las veces). Sentía que “algo que me había hecho él no estaba bien, me sentía injustamente tratada, de alguna manera abusada, pero por otro lado pensaba que quizás yo estaba exagerando. Me hacía pequeña por dentro, a veces la niña que fui podía más que esta mujerona de cincuentaytantos tacos que hoy soy, madura, trabajada desde el feminismo se supone. A veces me daba tanta vergüenza sentir todo esto que me escondía, me quedaba en casa, me llenaba de tareas mientras mi mente no dejaba de darle vueltas al asunto, y me preguntaba qué había hecho mal, dónde había fallado. Me sentía culpable, luego decía no, la culpa no existe, es mi responsabilidad, me echaba la carga, otra vez sola. Por supuesto mis emociones iban de la ira a la tristeza profunda, y cómo sabía que “no debía” vibrar tan bajo, que lo “estaba haciendo mal”, entonces caía en total desesperación, lo que me llevaba a la depresión que en mi caso me tenía apática, en casa, aislada. Doy gracias a mi amiga que me llevó a esta formación, a este círculo dónde compartí con mujeres de todas las edades y que me hizo ver lo solas que hemos estado las mujeres en general y la importancia de juntarnos para ayudarnos a cambiar el rumbo de las cosas….”

Anónima

Tengo el permiso de esta mujer que asistió a la formación continuada de “Mujeres, Cuerpos Y Autonomía” y que me resulta muy conmovedor pero también tan común, demasiado común y tan aclarador de cómo todavía queda. camino por recorrer: se nos va la vida en juntarnos, contarnos y formarnos, aunque las feministas estamos pegando un gran salto cuántico porque, por fin tenemos leyes que nos amparan y mujeres en las áreas políticas dispuestas a defender lo que necesita ser defendido.

En esta sociedad machista nos habíamos acostumbrado las mujeres, y algunos hombres de bien, a que las leyes no tenían ninguna repercusión real en nuestra vida. Por mucho que las leyes sobre violencia machista ya expusieran claramente algunos conceptos que debían ser aceptados por la sociedad y puestos en marcha y protegidos por los organismos oficiales, nos habíamos acostumbrado a que, en el momento de la verdad, cuando una mujer acudía a pedir justicia, la ley no la amparaba, y es más, ya sabemos como muchas mujeres narran que sintieron humillación y algo así como lo descrito en la cita que abre esta entrada: una tremenda soledad.

Lo que traemos las feministas a todas las esferas de la vida, incluida la política, es un concepto que se perdió allá en los confines del capitalismo blanco, macho y dominador, algo tan profundo como lo SAGRADO.

Nos habíamos acostumbrado a que ni las Constituciones, ni los acuerdos entre gobiernos, o entre países, ni las leyes se cumplieran. Nos habíamos acostumbrado a esta sensación de injusticia, a esta herida profunda que una sociedad tiene sí o sí cuando lo acordado no se cumple, cuando las leyes son algo que se redactaba para llevarse medallitas pero que no se llevan a la práctica, cuando las palabras se las lleva el viento, se disuelven y no pasa nada. Nos habíamos acostumbrado a que, en la esfera. doméstica esto también ocurriera, como un reflejo social, guiadas por un ideario colectivo.

Quiero hablar del caso de Jennifer Hermoso, la mujer, capitana del equipo de futbol femenino que fue abusada por el tal Rubiales, ya sabéis todas de lo que hablo, así que no me voy a extender. Lo que sí decido personalmente y os ofrezco por si os resuena es nombrar ese caso como el caso HERMOSO, fíjaros qué bonito queda, qué buen recuerdo nos va a quedar: el caso Hermoso, el caso de una mujer QUE UNA VEZ MÁS NOS AYUDÓ A REFLEXIONAR Y UNIÓ EN TOTAL SORORIDAD A LA GRAN MASA FEMINISTA DE ESTE PAÍS Y A BASTANTES MÁS DE OTROS TERRITORIOS.

También lo nombro CASO HERMOSO siguiendo una idea lanzada por la gran Rita Laura Segato: dejar de nombrar tanto al PERPETRADOR ES QUITARLE PODER, y si lo nombramos que sea para desempoderarlo, para quitarle la fuerza.

El caso Hermoso, hace un par de años, hubiera quedado en una anécdota, y hace sólo cinco, a muchas nos hubiera parecido normal, porque fuimos educadas para asumir y normalizar ideas y prácticas que van en contra de nuestra dignidad.

Pero hoy nosotras, las anodinas, esas mujeres de la calle estamos reflexionando, trabajando arduo entre nosotras para liderar nuestras vidas y poder actuar “diferente”, lo que viene a ser con justicia. Con este despertar vamos salpicando a nuestras hijas, hijos, maridos ( a veces), amistades, vecinas…. Vamos creando CONSCIENCIA FEMINISTA y la maravillosa sensación que tengo es que esta rueda está ya lanzada y sostenida por tantas que su aceleración va a traer resultados positivos cada vez más increíbles, y vamos a estar aquí para verlo, oh uauuu.

Tenemos hoy a mujeres feministas en el gobierno central, en los tribunales, en las esferas políticas, dispuestas a utilizar sus privilegios para ponerlos al servicio de lo que las mujeres de base estamos pidiendo: que se cumplan las leyes. Esto es lo que más les pica, incomoda, revuelve al sector machista de esta sociedad: ¿Desde cuándo mis privilegios son para ponerlos al servicio? Para esa gente los privilegios han sido siempre para abusar, acaparar, dilapidar, engordar sus fortunas y sus egos atrofiados.

La ley “Sí es Sí ” no sale de los ovarios de Irene Montero (aunque ella puso el coraje): esa ley es la respuesta a la masa feminista que puebla las calles de este país, es el resultado de muchos años de reflexión y de trabajo de colectivo de mujeres, un trabajo que de hecho nunca para. Pero es también una ley que nos pide seguir trabajando para limpiar. nuestros cuerpos y psiques de normalizaciones machistas, este es el ejemplo que nos trae el caso Hermoso: podemos llegar a normalizar lo abusivo con un “Bueno, no es para taaanto, estaban en plena euforia”. Sí, en plena euforia de machirulo desbocado, lleno de testosterona y adrenalina; esa famosa “pasión latina”, esa “sangre española” que, por ella, por un arrebato, lo mismo un tipo te coge la cabeza y te besa en los labios que te mata porque sigue creyendo en los dos casos que eres suya.

Nombrar a Jennifer Hermoso es darle protagonismo a ella, y también al feminismo, al camino que estamos muchas recorriendo. Lo sostenemos desde dónde cada una puede: las que están en política están nutridas por nuestras bases y se atreven IGUAL QUE NOSOTRAS a CUMPLIR CON LO SAGRADO DE LA POLÍTICA FEMINISTA:

  • Estar allí dónde una mujer lo necesita (Sororidad).
  • Hacer cumplir las leyes (Justicia)
  • LIBERAR del yugo patriarcal a toda aquella que lo pida (respeto por los procesos).
  • No hay jerarquías en el feminismo.
  • Honramos nuestra palabra.
  • nos defendemos en una gran manada que no tiene jerarquías, sólo distribución de los roles.
  • Nuestros privilegios están al servicio de la construcción de una sociedad feminista.

Gratitud absoluta por poder estar viviendo todo esto desde la consciencia, gratitud absoluta por las que son nuestro linaje feminista.

¡Qué tiempos más hermosos estamos viviendo, mujeres!