
Somos obras de arte, tal cual. Cada cuerpo , un milagro. El simple hecho de adentrarse y recordar quienes somos es una manera sencilla de volver al origen, quitarnos el polvo, vivir en el éxtasis. Tenemos hoy la suerte de contar con una tecnología que nos permite ver literalmente la Vida, abriéndose, en nosotros. En la foto, el sistema arterial del cerebro, Delicada belleza….
Cada sesión que compartimos en el taller online “CUERPO CONSCIENTE” me reafirma: podemos incidir desde el trabajo consciente sobre el cuerpomente para tener una mejor calidad de vida y ese trabajo interno nos lleva a reconsiderar nuestra propia existencia. Y lo podemos hacer desde prácticas muy sencillas: sólo se trata de re-conectar esos dos lugares/conceptos o cómo los queramos llamar, mente y cuerpo. Yo cada vez lo tengo más claro: le quiero llamar simplemente Vida.
El elemento Agua en el cuerpo gobierna TODOS LOS FLUIDOS CORPORALES: sangre, linfa, saliva, orina, sudor, liquido sinovial, moco, líquido cefalorraquídeo, liquido intersticial, y tantos más…. somos agua en más de un 70 %, y en este mundo tan material en el que vivimos, perdemos esa certeza, ni tampoco nos acordamos que en nuestro planeta pasa lo mismo: somos y vivimos en un mundo más LÍQUIDO que SÓLIDO. Es a través de líquido (semén) que se desplaza el esperma que fecunda el óvulo .Es en líquido (amniótico) que se instalan las primeras células, y es ahí donde nos desarrollamos, en el vientre de la madre. Llegamos al mundo de la materia desde un anuncio líquido: la rotura de esa membrana protectora, “se rompen las aguas”…
Y a partir de ahí, vamos olvidando… Sin embargo ahí están, adentro, gobernando nuestro estar, transportando el oxígeno, los nutrientes, disolviéndolos para su asimilación, eliminando las impurezas…
Cada fluido con su danza, su ritmo… La sangre baila dos tempos: el rítmico tamtam que nace en el corazón y recorre todo el cuerpo, hasta los más alejados confines a través de nuestras arterias, que nos da el impulso; y es el vals que nos devuelve hacia el órgano sagrado, por los canales venosos, desde los capilares hacia las vénulas y luego a las venas…
La linfa es territorio de la precisión, con movimientos claros y concisos. El líquido cefalorraquídeo lento, muy lento, nos invita a la pura presencia…Todos interconectados.

Adentrarse en el territorio del agua es revisar qué entendemos por relación, es nosotres y el mundo, es el mundo de las emociones y sobre todo el mundo de la sexualidad, el tú y yo… Por ello hablamos sí o sí de Placer.
Me gustaría hoy no centrarme tanto en el mundo de la sexualidad, que es uno de los grandes temas que siempre se trata al entrar a este centro energético, sino de la relación en sí del uno (individuo) con su entorno.

El centro del Agua nos habla del 1 + 1, poniendo énfasis no en los dos 1 sino en el símbolo de unión, el +. Nos pensamos que lo sabemos todo sobre el uno, y nos pensamos que todos los uno van a ser iguales a nosotres, y no es así, eso es lo que vamos descubriendo, esa es la gran marea que trae este centro gobernado por la reina del ciclo, la Luna.
El centro agua se sitúa en la parte alta de la pelvis, a unos cuatro dedos por debajo del ombligo y se activa en el ser humano a partir del año y medio, es decir cuando ya comenzamos a tener el dominio de dos grandes proezas en el terreno de la autonomía: hemos aprendido a caminar y estamos empezando a descodificar el lenguaje oral. Es el momento en el que la diada que forman la criatura y la figura materna, nuestro primer vínculo de apego, empieza a separarse física y sobre todo energéticamente ; pasamos a “abrirnos” hacia afuera, poco a poco, nos vamos a interesar por el resto del mundo hasta ir adquiriendo más y más autonomía a lo largo de la primera infancia, para devenir un ser social. Es un momento en el que las emociones empiezan a vivirse con más intensidad ya que estas sólo ocurren en relación. Vamos probando, y recibimos respuestas que nos van construyendo un patrón de respuesta emocional. No siempre recibimos educación emocional… la mayoría de les adultes somos emocionalmente analfabetos y a muches nos toca repasar.
Hay una marcada construcción cultural que define a las mujeres como poseedoras del mundo de las emociones y a los hombres como “castrados emocionales”. ¿Podemos deshacer esto, equilibrarlo? Sí, claro, siempre que estemos dispuestes… Es, de hecho, una urgencia aquí y ahora.
Trabajar desde el cuerpo nos ayuda a comprender los mecanismos físicos de las emociones, porque no olvidemos que éstas son un conjunto de reacciones físicas que se dan desde un estímulo: cambiamos, en cada emocionarnos, nuestra tensión muscular, nuestra forma de respirar, nuestra mirada. Entonces, si somos conocedores de estos movimientos, podremos incidir en ellos para rebajar la carga, o a veces provocarla… No olvidemos que a veces hay muchas emociones retenidas que están colapsando el fluir del agua en nuestro cuerpo.
En esta misma construcción de género, hemos aprendido que las mujeres no “debemos” sentir el claro y rotundo impulso de la rabia, ni los hombres “deben” dejarse llevar por las lágrimas provocadas por sentirse tristes…. Bueno, la pregunta es: ¿Queremos perpetuar esto? Yo sinceramente estoy cansada de esta lucha de género que además se apoya en dos identidades sexuales solamente. ¡¡¡Somos muches más que dos!!!

Cuando retenemos emociones, cuando no las expresamos en su momento, estamos literalmente creando una presa, un bloqueo, para poder contener ese natural fluir tan necesario para volver al equilibrio tras la emoción….
Sabemos del poder del agua, sabemos que encontrará la forma de romper la presa, y sabemos que cuando eso ocurre, lo que debería haber sido el fluir de un alegre riachuelo se convierte en un tsunami que todo lo arrasa…
Y sí, a veces hace falta soltar las grandes aguas….

Aunque merece la pena recordar algo muy sencillo: a nivel “químico”, en nuestro cuerpo, cuando aparece una emoción x, el cuerpo segrega las hormonas correspondientes para solucionar. Si no hay impedimentos, nuestro sabio sistema endocrino vuelve al equilibrio hormonal en 90 segundos…. El resto lo ponemos desde el pensamiento, repitiendo, recordando, no aceptando, construyendo inconscientemente esa presa cerrada, que está impidiendo dejar ir, limpiar, lo que se dice fluir… La pregunta es…
¿Porqué nos cuesta tanto fluir?…..
He aquí el poder de decisión: el libre albedrío. Todes tenemos el poder de decidir.
Si optamos, conscientemente por mantenernos atentes y determinades a querer vivir y construir un mundo en el que el placer esté en el centro, junto al cuidado, quizás vayamos logrando algo. Tropezaremos, utilizaremos el prueba/error, sin culpa, desde el juego de la vida, hasta que lo aprendamos, pero no nos despistaremos: volveremos a mirar hacia el centro y ahí, escrito en grandes letras, veremos: PLACER.
Mientras nos olvidemos de ello y nos dejemos llevar por el constructo del sistema de pensamiento patriarcal que pone en el centro el sufrimiento, no cambiaremos nada, seguiremos pensando y por ello accionando desde la perpetuación del dolor: tú me hiciste, yo hice, el mundo hizo…..
Las relaciones de un nuevo paradigma deben basarse en la naturaleza del agua: fluida, en constante movimiento para mantenerse líquida, con sus diferentes densidades y velocidades pero líquida, nutricia para la tierra, llegando a todos los lugares y capaz de deshacer la roca más sólida. Unas relaciones humanas construidas sobre la naturaleza del agua no significará llegar a esa sociedad demasiado líquida de la que nos hablaba Zygmunt Bauman, tampoco es eso, es algo en el medio, en constante equilibrio móvil…. ¿Se entiende?… Aquí llega Bruce Lee y su tan simple, “Be water, my friend”…

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