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Hola Oli,
Hace poco escuché de un experto que la sincronicidad es un aspecto de la Vida que siempre está, aunque normalmente en el trajín de nuestro día a día no la notamos, pero a veces es tan evidente que no la podemos negar, y la llamamos casualidad porque se presenta en plan KatapumTxisPum.
Quería seguir con el relato de infancia y hablar de música. Y me puse a pensar en un tema que me pareciera significativo, pero es que hay tantos…, sería una lista infinita. Siempre me ha parecido bastante estúpido la pregunta ¿Cuál es tu música favorita? o la más vasta todavía ¿Cuál es tu canción favorita?
Yo no soy capaz de responder a esas preguntas, amo la música en general, (salvo excepciones de las que lueg hablamos), y si bien nunca aprendí ningún instrumento, la música fue siempre, como dijo Almodóvar en una entrevista como una banda sonora. Hay canciones que particularmente me recuerdan momentos, etapas, lugares…. Por eso supe que algo andaba mal conmigo, cuando unos años atrás me di cuenta que mi casa llevaba meses en silencio… Señales que te traen a tierra.
Bueno por volver al primer párrafo: mundo sincrónico: pensé escribir esta entrada y decidí ponerle como fondo a Donna Summer y a su “I feel love” por lo que supuso en nuestra infancia, ahora te lo cuento…. Lo divertido es que ese día, estaba en tu casa, pensando en las primeras ideas para esta entrada, a sabiendas de que Donna iba estar aquí. Me disponía a una ducha, e iba, cómo no, a poner música.Entonces llegó un whatsApp de Csilla. Era un enlace a ¡una versión muy loca de “I feel love”, aquí la dejo, tocada al banjo… Pero la verdad es que prefiero que para seguir leyendo tú y escribiendo yo, escuchemos a la Donna.
Herencia musical
¿Cuántos discos hemos escuchado, Oli, en esa casa familiar que compartimos?
Teníamos la suerte que en casa se compraban discos, bueno era Ama. Teníamos “una cadena hifi”. Y bafles potentes. Y no había vecinos, así que podíamos “poner alto” y eso se nos quedó para siempre, somos de “volumen a tope”.
He conocido a poquita gente de mi generación que tuviera padres con esta discoteca de la que a bote pronto, rescato los primeros nombres que me llegan, una lista tan ecléctica como la propia colección que todavía existe, en Rasines, la casa familiar.
Donna Summer, los Rollings, David Bowie, The beattles, Isaac Hayes, Ray Charles, Georges Brassens, Jacques Brel, Charles Aznavour, María Jimenez, La música de la peli Sacco y Vanzetti, Joan Baez, Victor Jara, Claude François, France Gall, Françoise Hardy, Teléphone, Vicente Fernandez, los Bee Gees, Barbara Streisand, Artha Franklin, una caja de Jazz con los grandes, La novena de Bethoven, Las cuatro Estaciones de Vivaldi, los conciertos de Branderburgo, Satie, el disco del “Petit Prince”, narrado por Gérard Phillipe, una voz que nos cautivaba … Estábamos surtidos hermano.
Tú has sido, hasta hace poquitos años, la única persona a la que permití ver mis actuaciones cuando jugaba a ser cantante con 8, 10, 12 años. En ese gran salón donde pasábamos bastante tiempo solos tú y yo. La verdad es que tú te líabas con tus legos y cochecitos, haciendo complejos circuitos con casas y cosas, levantabas la cabeza de vez en cuando y volvías a lo tuyo. De mientras yo a lo mío emulaba a Donna Summer o cantaba el tema de Rizzo la única chica que me parecía interesante en “Grease”, y las cientos de canciones que interpreté, con el puño apretado delante de la boca, a modo de micro. Me encanta recordar esos tiempos compartidos en que cada uno estábamos a nuestra bola y a la vez nos sentíamos acompañados por la presencia absorta del otro…
A los doce, me mandaron a Inglaterra y vete a saber qué me impulsó a ello, volví a casa con los dos primeros discos de Police y el Transformer de Lou Reed. Los compré en una tienda de Londres, el día de visita a la capital. Me gustaron las portadas, y los títulos, no tenía idea de quién era esa gente, pero “Outlandos d’Amour” y “Regatta de Blanc”me parecieron expresiones preciosas…. Y la contraportada de Transformer me despertó el deseo adolescente latiendo, por lo ambiguo…
Y resultaron ser lo que buscaba, joder, para continuar mi deriva musical. A partir de ahí, empecé mi propia colección, también bastante ecléctica, abierta a todo lo que me “movía”, literalmente, ajena a la identificación con las tribus musicales. Hay decenas de discos que escuché tantas veces que, a día de hoy, cuando suena uno de sus temas, salta la siguiente canción en mi cabeza. Y tú, que tanto tiempo pasabas conmigo, digo yo que algo te impregnó… Como hermana mayor bastante mandona, tenía el poder sobre “la cadena”, así que te tocó aguantarme el gusto por la repetición de temas hasta saberme la letra de p a pa. Tampoco te quejabas, estabas a lo tuyo.
Pero bueno, todo esto es el contexto que nos lleva a ti y tu propia deriva musical..
Llegaste a tu adolescencia y te dio por el “heavy”: Metallica a tope. Yo no entendía nada, creo es el único género dentro de lo que es la cultura del rock que no me entra… No tengo nada contra ella, pero yo, al segundo tema, me tengo que alejar, algo pasa en mi cerebro. Así que no entendía nada, ¿de dónde le vino al niño este gusto? Porque ni Ama ni Papá eran jevis, eso por descontado. Convivimos unos dos años en la misma casa, ya que yo me marché a los 18 y es gracioso recordar como saltábamos del Metal a los Talking.
Ahí empezó tu adolescencia, esa fase de búsqueda identitaria que tenemos los humanos y que en muchos de nosotras y vosotros se prolonga para toda la vida. Aparecieron los primeros amigos en casa: Aitor y Angel se convirtieron en parte del día a día cómo quién dice.
Pelos largos, chupas de cuero y Heavy Metal con Aitor y Angel, los melenudos. Un trío que adoraba. Durante una larga época, salíamos bastante juntos, me tronchaba de risa. Tú decías “Ya está “Lalí”, por “la lista”, mis 6 años de más que me empañaba en remarcar a base de consejos y datos que me sabía. Ángel y Aitor siempre decían que qué pena que me “había perdido”, al no ser para nada devota del Jevi. Noches divertidas, que recuerdo con mucha ternura.
Por cierto, ¿Has visto a Ángel? ¿Sigue tan risueño? Se fue con 25 años y nos dejó planchados… Una de esas muertes que no se entienden.
Me pregunto que piensa Aitor cuando piensa en ese trío que erais y del que hoy sólo queda él…
Y luego, empezaron a existir en Bilbao los After, que eran la manera de seguir con la noche e ir a por la Gau Pasa, alternativas al Gaueko. Ahi empezó a vibrar en ti el gusto por la música electrónica, las pistas de baile…. el txunda,txunda lo llamaban Ángel y Aitor.
Electrónica
En el 99, viniste a visitarme a Amsterdam. Qué bien lo pasamos, Oli. ¿Te acuerdas de las setas en Queen’s day? Ama colocada y nosotros partidos de risa, literalmente. Que agujetas en los abdominales al día siguiente. Ay… Cuánto nos hemos reído, qué bien.
Allí, en Amsterdam, apareció el drum ‘n bass en nuestros oídos. Volviste a Bilbo enamorao, con algunos cds. Y empezaste a escuchar y comprar más electrónica, pero ya vinilos.
Fuimos juntos a ver a los Chemicals al Pabellón de La Casilla. No recuerdo fechas. Sonaba fatal, pero flipamos. Parecían grandes gurús guiando a la plebe hacia el éxtasis, y lo hubieran conseguido si no hubiera sonado tan mal, La Casilla siempre fue un pésimo lugar para los conciertos, pero era lo que había, en esa época para grandes conciertos en Bilbao.
Tampoco recuerdo si ya pinchabas en esa época. Pero lo que sí sé es que cuando aprendiste, empezaste a pinchar de la ostia, eso me dicen, sólo te vi una vez, en tus inicios… Yo ya estaba en otra, porque llegó Sara, tu sobri y nos fuimos. a Granada…
Y mira por donde, aquí vuelve I feel love y Donna Summer, porque ponte a pensar que tuvimos la suerte de que en el 77, (tú 4 años, yo 10), llegaran a casa los atisbos de electrónica que moldearon nuestros oídos. Era comercial, sí, pero era distinto.
No entiendo mucho de pinchar técnicamente, las veces que lo he hecho ha sido para poner una canción tras otra, y poco más. Pero me encanta la sensación que intuyo puede llegar a tener un buen DJ, esa de hacer bailar a la peña, de hacerles sonreír, sudar, entrar en extasis, el reto de encontrar el tema siguiente, de mezclar cosas que en principio podrían parecer contrarias, las bases, los loops, los niveles, las velocidades….. Cultivar un gusto por el eclecticismo, tener en la mente cientos, miles de posibilidades… Así te imagino, concentrado como podías llegar a serlo cuando algo te apasionaba de verdad.

Pinchabas de la hostia eso me dicen y me lo creo, y que me digan lo contrario, que estoy en plan Mujer de 50 pies, ese cartel de película colgado en una de tus paredes que he decidido quedarme porque así me siento en esta aventura de despedirte: teniendo que sostener y sostenerme. Acudo a este arquetipo para que me ayude a mantenerme gigantesca, para poder lidiar con todo lo que supone esto en tantos diferentes planos…
Aunque hay días que me hago tan pequeña que cabría en una cajita. Ay Oli, qué pena, ahora que la vorágine de los primeros tiempos se calma, te empiezo a echar de menos, hay un hueco ahí… Me siento huérfana.
Llegó la segunda etapa
Duele.
He aquí tus más de 500 discos, que van suavemente partiendo.
Gracias, Oli, por lo compartido ayer y hoy.