Non Stop Jolasa

Esta es la escena:

    Una familia de cuatro adultos y dos criaturas de unos 13 y 4 años llegan al espacio preparado de NON STOP JOLASA.

La niña pequeña coge a su madre de la mano y empieza a recorrer la sala grande. A mí me pregunta si hay columpios, y le contesto que tenemos lo que ve, más lo que le voy a enseñar ahora si ella quiere. Nos dirigimos a la “Salaraña”, el nombre con el que he bautizado para mis adentros la sala donde el primer día que sólo vino una chica y no teníamos que acompañar mucho, me dediqué a unir con una bobina de hilo tela elástico rojo, las distintas alcayatas que me iba encontrando en las paredes. Me entregué de lleno a la maravillosa misión de buscar en la pared la mejor opción para el siguiente enlace, y así de a poco, fui dibujando lo que en mi cabeza se va asemejando a una telaraña gigante. Mientras estaba en ello, divaguésobre el hecho de que, quizás, asociar una telaraña con el color rojo tiene una clara referencia a Spider Man. Reflexioné sobre mi ecléctica y cada vez más sincrética mente. Acabé por pensar que me gusta haber vividas varias vidas y haber guardado un poco de cada una.

    La niña se enamora enseguida de la colección de máscaras (hay algunas preciosas, tipos venecianas) y es ahí cuando la madre que sostiene su pequeña mano se vuelve necesaria para que le ayude a hacer el nudito en la coronilla. La mujer atenta, en un gesto grácil realiza su tarea. Acto seguido la niña desaparece a por otro material, esta vez se interesa por los miles retales de telas de colores. “Mamá hazme un vestido con esta”, y mamá que se ha colocado una máscara también, se dirige sin prisa hacia la pequeña, que ya ha visto otro trozo que parece interesarle más.

    Mientras dura esta escena, afuera, los otros tres adultos se han quitado los abrigos y se han sentado a hablar entre ellos. Al rato la mujer mayor se levanta y se dirige hacia el espacio preparado en una actitud claramente observadora. Recorre los diversos rincones de la sala grande donde unos niños ayer colocaron una enorme red y por donde moran algunas construcciones o diseños a los que alguna persona se entregó ayer y después dejó allí, desapegándose totalmente del resultado.

    Los otros dos adultos que quedaron sentados se levantan y trazan prácticamente el mismo recorrido que la señora, como si siguieran una estela. Al poco, uno de ellos se para ante la mesa de los materiales, toca los diferentes papeles, cartones, mira el bote con las tijeras y el pegamento. Luego ve los rotuladores y el papel y se sienta a dibujar. Yo ya me voy hacia la salaraña. El otro hombre sigue mirando, camina.

    Y luego están las personas que llegaron y se fueron sin mirar al espacio de juego hacia el rastro de ropa. Cayeron cómo yo el segundo día, y se han puesto el velo de “yo necesito” y se entregan a jugar al consumismo compulsivo. Sin realmente necesitar, acabamos todas con al menos siete prendas en la mano para llevarnos a casa. Es gratis y eso provoca.

    Cuando entro en la salarña, la mujer madre se ha construido un refugio con largas telas que cuelgan de la Red. Será por mi poder de relacionar varios elementos en conjunto y obtener una imagen que me guste a mí, pero yo veo una mujer en una tienda roja… Ella está dentro y ha cogido una bobina de tela hilo elástico. Teje con los dedos. Un poco más allá la mujer mayor se ha sentado delante de la pizarra gigante y está haciendo un dibujo. Se la siente absorta..La niña corre de aquí para allá. Entra el hombre que miraba y caminaba y empieza a apilar trozos de maderas de distintos tamaños y formas.

El sonido es un amalgama armonioso compuesto por las palabras de la niña, el sonido de la tiza rozando la pizarra, los ruidos de las maderitas al caerse al suelo y un fondo musical de canciones que suenan bajitas y que por momentos me invitan a cantar con ellas.
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Luego llegan unos niños con muchas ganas de mover su cuerpo y empiezan a encaramarse a la red, luego meten también unas cajas, luego las sacan, luego las meten. Sus voces, expresiones de la alegría que trae la superación física se han colado y el espacio sonoro ha cambiado, parece más lleno…

    Así transcurre una tarde de la propuesta NONSTOP JOLASA.


  El proyecto de Peru C. Saban (KUID), en el que participo por segundo año se llama NON STOP JOLASA, que en euskera es algo así como “que no pare el juego”. No es una alternativa al PIN, y a la vez lo es, pero no, va más allá, porqué lo que pone sobre la mesa del debate social es ¿Qué pasa con el juego en esta sociedad? ¿Dónde quedó en el mundo de les adultes? ¿Cómo invitamos a jugar a nuestras criaturas? Y no, no es un PIN porque no es un parque infantil, y menos navideño. Su punto de partida es ofrecer un espacio sin juicio y sin edad para el juego libre, no reglado, no dirigido si no es por la propia voluntad de las personas actuantes. Es defender la decisión de jugar desde la sencillez de los materiales que ponemos a disposición de les visitantes.


    Tú, persona adulta, que también soy yo, si pasas por acá, te va a pasar esto seguro: te vas a frenar. Y sin embargo, te vas a dar cuenta que estás en un espacio en el que el único freno lo estás poniendo tú. Cuando veas que nadie te dirige el juego, que nadie te dice cómo, cuando y hacia donde, entonces vas a empezar a mirar y al final, si te dejas ser, algo te va a atrapar, lo más absurdo para tu cerrada cabeza adulta: lo mismo te pones cómo loca a hacer churros con la plastilina. Y te encanta, y te pasas una hora, pilladísima. O quizás sea otra cosa, es sólo un ejemplo, una imagen que quiero traerte.

    NON STOP JOLASA es un proyecto que conecta a les adultes de primeras a un sentimiento melancólico, a veces vergonzoso, siempre reticente de primeras, por volver a sentir desde aquella infancia mágica, en la que una caja de cartón era diversión para toda la tarde. 

    Soy observadora y acompaño  estas aparentemente nimiedades, que no tienen ni leds brillantes, ni pantallas, ni estructura alguna, pues esa es la apuesta: el juego no estructurado, el juego que nace y muere en el mismo segundo a veces y otras dura y dura, sin ser por ello ni mejor, ni peor, simplemente es Juego. Ver cómo por un segundo o por una hora alguien se conecta con su infancia mágica, o cómo a esa mujer le brillan los ojos mientras me pide más tiza para acabar su dibujo. Ser observadora de todo esto me saca la más profunda de mis sonrisas, me llena la mirada que en la calle se me quema estos días, ante los desfiles de consumo navideño que están ocurriendo aquí y ahora en esta parte del mundo, supuestamente civilizado. 

Jugar es conectar con la parte que se durmió, o mejor dicho se anestesió. . Porque, hace algún tiempo, lejano, se cansó de llorar y se acostumbró al dolor y se resignó a ser adulto sin llegar a entender que ser adulto no tenía nada que ver con dejar de jugar. Ese fue el error: dejar de jugar a inventarse las reglas y acoger todas las que llegan de fuera. Así crecimos la mayoría de nosotres.

Adultez eso no es, eso es estado de sumisión. A veces inconsciente a veces consciente. La segunda duele, pero tiene cura.

Por eso NON STOP JOLASA se me aparece cómo algo más que montar un PIN alternativo. NON STOP JOLASA te invita a la reflexión… Siempre que te apetezca, claro.

NON STOP JOLASA, 24 HORAS DE JUEGO LIBRE EN LA KARMELA DE SANTUTXU. SERÁ UN PLACER ACOMPAÑARTE UN RATO Y CORTAR EL CELO A TU MEDIDA SI ASÍ LO QUIERES.

DESDE EL SÁBADO 28 A LAS 12.00 HASTA LAS 12. 00 DEL Domingo. 24 horas para jugar.

Mas info en fb, https://facebook.com/events/s/juego-non-stop-jolasa-santutxu/481440919133243/?ti=cl

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